viernes, 3 de agosto de 2012



Julio de 2012 - Nº 6 de UP

SOBRE EL GOLPE DE ESTADO 
EN CONTRA DEL GOBIERNO CONSTITUCIONAL

Los grandes latifundistas y el imperialismo norteamericano-brasilero 
a la defensiva contra el movimiento campesino
El esfuerzo apresurado del parlamento para destituir al presidente de la república que ganó las elecciones en el año 2008 conmovió a toda la nación paraguaya.

La causa inmediata de este apuro fue la serie de grandes movimientos de los campesinos organizados, principalmente desde las ocupaciones más decididas de tierras en el Alto Paraná y especialmente en  Ñacunday, seguidas por otras en Capiibary, Concepción  y San Pedro, que culminaron con la defensa armada de la ocupación de las tierras usurpadas por Blás N. Riquelme, en Curuguaty y la represión  violenta a los campesinos, con bajas importantes de la policía especializada.

Esta situación de protesta casi generalizada del campesinado, aunque todavía con una coordinación no suficiente en el plano nacional, produjo inquietud primero y luego alarma entre entre los grandes latifundistas, nacionales y brasileros, que repercutió en un nivel superior en la burguesía capitalista, por el temor a la pérdida de “la propiedad privada”, factor que hizo plegarse a la burguesía industrial y comercial con la clase de los grandes latifundistas, en contra de sus propios intereses de clase.

A pesar de los esfuerzos que desde el comienzo hizo el gobierno de Lugo para atajar las luchas del movimiento campesino y de otros sectores de la población, en diferentes lugares del país, desde Concepción a Encarnación, desde el Alto Paraná hasta el Chaco, con la utilización de fuerzas policiales y militares, estos fracasaron repetidamente y culminaron con el audaz y valiente enfrentamiento de los campesinos de Curuguaty para defender sus derechos a la tierra, aún con pérdidas de sus propias vidas.

Los altos jefes policiales estaban deseosos e impacientes para abrir fuego, amparados en resoluciones del poder judicial, para reprimir a toda costa las luchas de masas de los campesinos.

El fracaso del método de la represión organizada por el “gobierno del cambio”, necesario para complacer a sus aliados-enemigos; y el descrédito de éste frente a las masas campesinas, por las incumplibles promesas de “reforma agraria radical”, dió la oportunidad a los representantes de las fuerzas más atrasadas del país a ponerse de acuerdo, a pesar de sus fuertes contradicciones, por sus intereses contrarios, para derrocar al presidente Lugo, trás un juicio sumario, cargado de fa-
llas procesales. Las cinco acusaciones esgrimidas en el “libelo” (acusación) de la Cámara de Diputados contra el presidente, fueron utilizados sólo como pantalla para atraer a otros sectores de la sociedad paraguaya a la conspiración, para liquidar a un gobierno elegido en elecciones legítimas.
El factor principal de la conspiración, convertida en exitoso derrocamiento, pero con más nubarrones de tormentas en el horizonte que antes, fue como ya se dijo: la alarma de los grandes estancieros y “productores” rurales, propietarios de las más grandes extensiones de tierra, cultivadas o no, en los que se apoya la dominación de los capitales imperialistas, norteamericanos, brasileros y también argentinos.

La decisión, euforia desmedida y descaro con las que estas fuerzas reaccionarias actuaron en forma visible, a espaldas de toda la nación y de la opinión publica internacional, demuestra lo que nuestro partido siempre afirmó: para que se produzca el progreso, el desarrollo económico que busca la mayoría del pueblo, será necesaria una guerra popular revolucionaria prolongada que destruya para siempre la dominación extranjera y el latifundio semifeudal en el que esta se apoya.

No alcanza con que haya cierto “progreso”, como el “gobierno del cambio” venía anunciando; o algunos beneficios que se le pudiera sacar a la “binacional” dominada por el Estado del Brasil. Es necesario en primer lugar que las clases dominantes que atajan el crecimiento económico sean despojadas de su poder principal: el latifundio semifeudal, para que las tierras puedan ser utilizadas por la mayoría de la población. Sólo las luchas prolongadas y cada vez más organizadas de los obreros, campesinos y de todo el pueblo podrán lograrlo; mientras esto no se haga siempre habrá el riesgo de un golpe de Estado, ya sea del tipo “parlamentario” (en realidad impulsado y respaldado por las fuerzas militares), o en forma directa por estas mismas fuerzas.

La audaz y decidida movilización de ocupación de tierras de los campesinos de Curuguaty del 15 de junio, dejó varias enseñanzas que merecen ser analizadas.





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La concentración de más de trescientos campesinos y su resistencia a ser desalojados, estimuló la crisis política que se venía desarrollando, por la falta de iniciativa del gobierno, por su esfuerzo para frenar a los campesinos, con el fin de procurar fortalecer sus relaciones con los representantes de la gran burguesía feudal, comercial e importadora y de narcotraficantes.

Los arreglos y maquinaciones de tipo parlamentario a espaldas del pueblo que caracterizaron al gobierno de Lugo, mostró a todos los campesinos y al pueblo en general que estos sólo sirven para debilitar los esfuerzos de la nación para sacudirse de la dominación extranjera, para el abandono premeditado de la lucha contra la anulación del tratado antinacional de Itaipú. Para debilitar  la fuerza de las grandes masas,


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La movilización hecha con gran valentía y decisión, por los campesinos de Curuguaty, al  no disponer de una organización nacional coordinada, la dejó en desventaja frente a un enemigo que tiene  en la actulidad muchas más fuerzas y que las concentró relativamente rápido sobre los campesinos movilizados; desde tropas militares y policiales, hasta acciones judiciales y legislativas (parlamento). 

Si esta lucha hubiera estado coordinada con otros movimientos de campesinos que se producen en todo el país, ésta hubiera podido utilizar mejor todos los recursos políticos, incluidos el de la autodefensa, con mejores resultados, no le hubieran permitido a las fuerzas que responden a las clases dominantes, al Estado que las representa, a concentrarse contra el pueblo en Curuguaty, a la vez en Alto Paraná o San Pedro, en todas partes al mismo tiempo. La coordinación de las luchas en el campo y en las ciudades, podrían  derrotar paso a paso a las fuerzas policiales y militares, por ahora muy superiores en apariencia, se podrían acumular fuerzas mediante luchas por los reclamos   más sentidos de todos los sectores,  a través  de luchas políticas y armadas a la vez, hasta llegar a un levantamiento general.

Mientras no se acumulan fuerzas con victorias parciales en las luchas de los campesinos y de otros sectores estas son atajadas y derrotadas, por separado, por partes.


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La lucha de los campesinos de Curuguaty, así como también las de los campesinos en otros  lugares del país, se orientan indefectiblemente hacia la destrucción del sistema latifundista, y su reemplazo por otro sistema que sirva a todos los campesinos y a la nación paraguaya en su conjunto. No comprender este objetivo final dificulta la acción coordinada y la unidad de todo el pueblo.                


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Se le ha acusado al movimiento de ocupación de las tierras en Curuguaty de organizar una “emboscada de guerrilleros infiltrados”, etc.  Los acusadores pasan por encima del hecho  de que las tierras fueron probadamente, “adquiridas” en forma ilegal por B.N. Riquelme, (y en otros casos anteriores por T. Favero, etc.), para tapar el hecho de que los campesinos necesitan tierra para trabajar y que el gran latifundio, “legal” o ilegal impide esta necesidad urgente.

De haber sido una “acción guerrillera”, el interés principal de los campesinos armados habría sido aniquilar aldestacamento de las tropas regulares, para obtener más armas. Después de emboscar y obtener armas se habrían retirado rápida y ordenadamente; nunca hubieran atacado a una fuerza superior en hombres y armas, y menos aún sin una coordinación con otros grupos guerrilleros, en otros lugares del país. Lo cierto es que los campesinos de Curuguaty organizaron su propio grupo de autodefensa para permanecer en la tierra prometida por el gobierno (como recuperación de tierras “mal habidas”).

Estos campesinos han dado con este esfuerzo un ejemplo de decisión y valentía sin igual a todo el movimiento campesino, en la lucha por la demanda más legítima de tierras para trabajarlas. Han de-
mostrado la fuerza de la lucha campesina, su elevada moral revolucionaria.

Con pocas armas, sin chalecos antibalas, han castigado con fuerza la brutal intromisión policial, y provocaron una conmoción política nacional e internacional. Han puesto a la luz las vacilaciones interminables del “gobierno del cambio”. Desenmascararon a los falsos demócratas dentro de  éste, quienes buscaban alinearse, sólo con propósitos electoralistas, con los representantes del latifundio semifeudal y del imperialismo norteamericano-brasilero, tales como B. Llano, L. Oviedo, M. Carrizoza y otros de la ANR,  


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De dónde más se aprende es de los propios errores; tal es la enseñanza del marxismo-leninismo, tomado por Mao Tse Tung en su libro Sobre la práctica, escrito en 1937, luego de una fuerte derrota en China del movimiento revolucionario.

El movimiento campesino paraguayo se verá obligado también a analizar con seriedad, objetivamente, sus luchas actuales, los errores que se cometen en el movimiento democrático campesino, tanto por causa de las manifestaciones de la línea reformista: de ilusionar a los campesinos a esperar que el gobierno les entregue tierras, sin luchar para destruir previamente todo el sistema feudal; como también por el apuro para organizar acciones de auto-defensa y guerrilleras, sin el trabajo político necesario para preparar a las organizaciones en todo el país, con vistas a acumular fuerzas paso a paso, durante todo el tiempo que fuera necesario.


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En este análisis necesario de los campesinos, se aclarará más acerca de lo que es un “grupo de auto-defensa”, cuándo debe actuar y cómo.

En primer lugar, que no es una fuerza de ataque, menos aún cuando la masa de campesinos se enfrenta abiertamente a una fuerza enemiga que tiene en el lugar de la lucha superioridad militar, política y jurídica. El grupo de auto-defensa es para proteger a los campesinos contra los infiltrados policiales y provocadores, para ayudar a organizar en forma disciplinada la concentración y la desconcentración oportuna de la lucha, dentro de un plan estudiado antes, con seriedad. Para buscar los lugares más apropiados para cada movimiento de la masa. Para que la lucha se desarrolle con la menor  pérdida de fuerzas.

El grupo de auto-defensa no es para organizar acciones armadas ofensivas, de tipo guerrillero, es un grupo destacado de la misma organización, que permanece dentro de ella para su defensa, en secreto. Sus jefes dependen de las decisiones de las propias organizaciones.                 

           
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Por otra parte, las acciones guerrilleras armadas que perduran, se producen en una etapa más desarrollada de la guerra campesina (es una lucha de la gran mayoría de la población paraguaya, contra una minoría absoluta de grandes terratenientes, su objetivo como ya se dijo, es la destrucción del sistema de producción latifundista), en una etapa de mayor conciencia del pueblo, de mayor coordinación y unidad para la salvación nacional, aprendidas de sus propias experiencias:   tales como el choque armado en Curuguaty y así como también el derrocamiento del gobierno burgués y pequeño-burgués vacilante.

Las acciones armadas son organizadas y ejecutadas por grupos guerrilleros, con vistas a la formación de un ejército popular. Se preparan  y son adiestradas por los mismos campesinos con mayor experiencia en el uso de las armas, y por los que han hecho el servicio militar. Se ejecutan en coordinación con las luchas pacíficas o semi-pacíficas de la clase obrera y de otros sectores del pueblo. Tienen gran movilidad a largas distancias.

Al surgir del movimiento de masas, las guerrillas son su producto más importante, y, por lo tanto las mismas masas campesinas protegen su creación en todas partes.


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Los guerrilleros trabajan con los campesinos de la zona, les ayudan en las luchas por sus  reclamos más sentidos y se apoyan a su vez en ellos para sus acciones armadas y para subsistir. Sin este apoyo no podrían lograr una retirada ordenada en presencia de fuerzas superiores, y para romper los cercos políticos-militares que se les tienden. Aprenden a hacer su trabajo de propaganda y a persuadir a los vecinos a que les ayuden con informaciones y víveres.  Aprenden a no producir enfrentamientos  no planeados. 

Tratan especialmente de influir sobre la conciencia de los integrantes de las fuerzas armadas del gobierno que participan en la represión a los campesinos; en las más diversas formas, procuran atraerlos a la causa del pueblo, como parte del pueblo que son. Su objetivo no es matar porque sí, es el de recuperar armas; y unir a la nación contra sus principales enemigos.


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Las experiencias de la guerra de todo el pueblo organizadas por Lenin, Stalin y Mao Tse Tung, así como las del pueblo vietnamita contra la dominación norteamericana y contra el antiguo ejército títere de Vietnam del Sur, son de una importancia enorme para el movimiento campesino paraguayo,  para sus grupos de auto-defensa, así como también cuando se forman las primeras guerrillas. Aprender de estas experiencias es una tarea permanente del movimiento campesino.

El principio fundamental en las acciones guerrilleras siempre es el de acumular fuerzas y nunca perderlas. Sus acciones siempre deben ser planificadas cuidadosamente para que tengan éxito, basadas en la superioridad puntual de las fuerzas guerrilleras sobre las tropas del gobierno o del ejército, obligándolos a concentrarse y desconcentrarse en forma continua, con lo que se debilitan poco a poco.

El Partido Comunista Paraguayo (independiente) bajo la dirección de Oscar Creydt hizo esfuerzos serios desde antes de 1958, con vistas al derrocamiento del régimen militar antinacional de Stroessner, sobre la base de un prolongado trabajo político con las masas. El camarada Agapito Valiente encabezó con éxito las primeras acciones guerrilleras, con vistas a la unificación del movimiento armado en todo el país.
                       

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Hay una gran diferencia entre los grupos de auto-defensa, que son organizaciones de las propias masas campesinas legales o semi-legales en lucha por sus reclamos y el movimiento guerrillero. Si bien éste surge también del seno del movimiento campesino como los grupos de auto-defensa, es una organización superior de él, con un comando único. Con objetivos estratégicos y tácticos claramente delineados dentro de la guerra popular revolucionaria prolongada.


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Sobre la base de estos conceptos muy generales, se puede ver que es completamente falsa  la acusación contra los campesinos de Curuguaty de estar “infiltrados por guerrilleros” y de haber ellos preparado una “emboscada” contra las fuerzas policiales.

Por otra parte la constante prudencia e inteligencia de los campesinos, el conocimiento del terreno, su desconfianza natural hacia cualquier desconocido, no hubiera hecho posible la participación de “infiltrados” o de provocadores (agentes que trabajan para el gobierno) en la ocupación pacífica de tierras en Curuguaty.


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La formación del grupo de auto-defensa en la ocupación de tierras adquiridas ilegalmente en Curuguaty, es un hecho de la mayor importancia política, demuestra el crecimiento de la conciencia de los campesinos, su decisión de avanzar a toda costa en su lucha por la tierra, a pesar de las violentas represiones injustificadas por las fuerzas de la polícía y del ejército, y de las promesas incumplidas por el gobierno.


Conclusión

Con independencia de algún posible apresuramiento o de la incomprensión del carácter del grupo de auto-defensa, esta ocupación, en todos sus aspectos, fue saludada con respeto y admiración por la mayoría de los campesinos.

Por esta razón un grupo tan grande intentó acercarse hasta Asunción, para exigir la libertad de los que habían sido  apresados, en protesta contra los asesinatos, y también en contra de la ruptura del estado de derecho, que había sido recuperado parcialmente en 1989, mediante las luchas de todo el pueblo contra el régimen militar antinacional de Stroessner.

Las fuerzas armadas se movilizaron, impusieron retenes fuertemente armados en todo el interior del país, los señores terratenientes se fueron de sus estancias por temor a ser arrestados o muertos por los campesinos, algunos no se detuvieron hasta Miami o el Brasil, se paralizaron los negocios. Esta situación de crisis política la produjo el movimiento campesino de Curuguaty.

El derrocamiento de Lugo fue un procedimiento defensivo de las clases dominates, estas se llevaron un tremendo y cobarde susto.

El campesinado comienza a pensar en la toma del poder. Con razón los grandes latifundistas a través de sus representantes en el parlamento han contagiado de temor a la burguesía capitalista y han formado un frente defensivo con ellas para mantener sus interminables privilegios, esta es una gran experiencia para todo el pueblo paraguayo le ayuda a conocer mejor cómo son y cómo actúan sus verdaderos enemigos.



La crisis política
y el movimiento campesino en Curuguaty

Marx y Engels, los grandes maestros de la revolución proletaria, han señalado claramente en “ El manifiesto Comunista”, su obra más importante y conocida (escrita por ellos en 1847), que la historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases.

Es necesario analizar las clases que están envueltas en la crisis política actual que culminó con el derrocamiento del presidente Lugo, su entrelazamiento y características principales, sólo así se podrá entender lo que realmente pasa en nuestro país  para descubrir lo que tenemos que hacer en la situación actual.

Tal como se señaló antes, los grandes latifundistas, entre los que se encuentran militares, policías y agentes de laépoca del régimen militar de Stroessner con sus tierras “malhabidas” durante ese periodo, (aunque en general todas las tierras en poder de los grandes latifundistas son malhabidas, ya que las mismas pertenecen a toda la nación paraguaya), son los más preocupados por la fuerza  que adquiere día a día el movimiento campesino. Esta clase de capitalistas que tiene propiedades de tipo feudal por su extensión, monopolizan la tierra y explotan la mano de obra del campesinado, son los que empujan a sus agentes en el parlamento, en el poder judicial, en el ejército y la policía para que atajen, por todos los medios posibles las invasiones de tierras y otras movilizaciones del campesinado por reclamos urgentes. El ex presidente Lugo y todo el poder ejecutivo participaron de esta actividad al servicio de los grandes latifundistas con el fin de permanecer en el gobierno a toda costa; hicieron alianzas de tipo puramente electoralista -sin principios programáticos- con sectores de los partidos de latifundistas y de burgueses capitalistas, los que a su vez le impulsaron a luchar contra el pueblo en función de estos mismos compromisos y alianzas.

En la ANR se encuentra la mayoría de los representantes del capital extranjero y de los grandes latifundistas, también en el poder judicial, en el ejército y la policía (en especial aquellos que obtuvieron tierras en la época de Stroessner). Algo parecido sucede con los partidos UNACE, PPQ y con sectores del PLRA.

El gobierno derrocado trató de reemplazar con la política de “recuperación de tierras malhabidas”,  la centenaria lucha del campesinado para recuperar TODAS las tierras en manos de los grandes latifundistas, usurpadas después de la Guerra Nacional de 1864-70.

La “burguesía nacional” capitalista, compuesta por dueños de industrias y empresas de importación y exportación tiene contradicciones con los grandes latifundistas, en el sentido de que al estar frenada la producción en el campo, por causa del monopolio de la tierra, no hay desarrollo económico capaz de producir una demanda de los productos que la burguesía fabrica o importa. Esta clase también esta representada entre los senadores y diputados, en el poder judicial y en otros estamentos del poder, a este sector pertenecen muchos miembros del PLRA, del PPQ, así como de la ANR, UNACE y de otros partidos menores. Por estar interesada en el desarrollo de la producción, para que se forme un “mercado interno”, coincide con los intereses de los campesinos en cierta medida. Sin embargo las ocupaciones de tierras son vistas por ellos como ataques a la “propiedad privada”. Este factor la hace actuar -siempre- alineada y  sometida a los intereses del gran latifundio.

Un hecho históricamente comprobado, en todas las revoluciones burguesas de los siglos XIX y XX  y en el actual, señala que la burguesía, por su natural cobardía, surgida del temor a perderlo todo, en un proceso revolucionario contra el sistema feudal, traiciona a su revolución indefectiblemente. Se traiciona a si misma.

En contra de sus propios intereses de clase prefiere agruparse en torno a los grandes latifundistas. Por temor a las huelgas en primer lugar, y por la falsa creencia de que podrían ser confiscadas sus propiedades. (Al respecto basta leer las opiniones con que casi a diario el presidente de la Unión Industrial Paraguaya y otros empresarios se pronuncian a favor de las “propiedades privadas” de los grandes latifundistas, y en contra de las legítimas demandas del campesinado (Ver ABC del 17 de junio, en declaraciones de Eduardo Felippo y de otros empresarios). Estas dos clases sumadas a la inacción, que ya fue descripta del ex presidente, de los burgueses y de la pequeña burguesía encaramados, en los puestos del Estado (gran parte perteneciente a los partidos del Frente Guasu), son las que provocaron el derrocamiento de Lugo.

La crisis política actual es la continuación y el resultado directo de la política de componenda (de arreglos con los partidos de grandes latifundistas y burgueses) desarrollada desde que asumió la presidencia Lugo, en  noviembre de 2008.

En los periódicos UNIDAD PARAGUAYA (números 2 al 5 desde 2010, y ADELANTE  (números 10 al 16 desde el 2009  así como  en otros documentos impresos, nuestro partido denunció constantemente la política de alianzas del “gobierno del cambio” con los sectores más retrógrados del país, representados en  las cámaras  de diputados y de senadores. Estos arreglos  fueron hechos con el sólo fin de que  se aprobaran algunas leyes y designaciones remitidas al parlamento, a la vez que para no ser desalojado del gobierno, mediante las continuas amenazas de “juicio político”.

El PCP (independiente) describió el carácter de clase de estas alianzas y el desarrollo de la crisis política, en cuyo fondo se halla el fracaso incontrolable del desarrollo económico, por causa de la dominación imperialista y del sistema semi-feudal de propiedad de las tierras.

Se denunció  la política del gobierno de atajar los movimientos de masas y de prometer premeditadamente una “reforma agraria”, imposible de cumplir mientras no se destruyera por completo la dominación de los grandes terratenientes en el Paraguay.

Es natural, ante estos hechos que el gobierno de Lugo junto a la clase social que representaba, no pudiera conseguir el apoyo de la mayoría del campesinado, así como de los obreros y de otros sectores de la población, y que estos se apartaran cada vez más de su gobierno, hasta dejarlo relativamente AISLADO de las fuerzas más combativas del país.

Por otra parte, Lugo y sus ayudantes, R. Canese, G. Codas y otros quisieron convencer a todo el pueblo de que el gobierno luchaba por la soberanía nacional por el sólo hecho de tratar de conseguir más dinero del Estado brasilero que dirige la “binacional”   de Itaipú. Sin embargo estos “técnicos” reconocidos (por ABC y otros magnates que los apoyan) agravaron la situación de dependencia dejada por Stroessner y sus seguidores en el gobierno. Cargaron sobre la deuda global de Itaipú con el Brasil y con los capitales extranjeros que financiaron su construcción, el aumento de la comisión que la “binacional” brasilera le paga al Paraguay (es decir la coima a los funcionarios de turno que se
apropian de gran parte de los fondos). por  toda la energía paraguaya que se transmite al Brasil. Nada han hecho por la soberanía territorial y energética, por el contrario continuaron con la política de silenciar lo principal del tratado antinacional y la necesidad imperiosa de anularlo: la usurpación del Estado del Brasil de territorio nacional en los Saltos del Guayrá.

Todo el pueblo percibe lo que está detrás del tratado de Itaipú, la miseria  del dinero que se recibe en comparación con la enorme riqueza que se traslada al Brasil y que se utiliza para tratar de corromper a los sectores que luchan, y para beneficio propio de los gobernantes y sus empleados.

El ”gobierno del cambio”, perdió la oportunidad de impulsar el amplísimo frente existente para la gran causa nacional: la lucha por la anulación del denigrante tratado antinacional firmado por Stroessner y Geisel en 1973, que podía unir a las grandes masas. A pesar de la magnífica exposición de Oscar Creydt: Frente al peligro brasilero lucha unida de todos los patriotas, ampliamente distribuido, y de las críticas del PCP (independiente) (Ver Unidad Paraguaya N° 4 - 2011 y otros documentos).

Tal fue la posición del gobierno derrocado, el que para subsistir, aletargado como el gusano de mariposa, desarrolló su política, en forma permanente, para  buscar el apoyo en los representantes de la burguesía latifundista, a la vez que comercial e industrial.

Esta “política de alianzas” estableció su característica de cobardía propia de la clase burguesa a la que pertenece, en todo momento, hasta que fue derrocado sin pena ni gloria...

La misma “política de alianzas”, inspirada en el reformismo oportunista, que logró derrocar al proletariado en Rusia y en toda la ex URSS con Jhrushov a la cabeza y su continuador actual W. Putin, es la seguida hasta ahora por el falso PCP,  formado en la Argentina en 1965 por Maidana, Soler, Morel y otros, para reemplazar la línea proletaria revolucionaria de nuestro partido. Es evidente que esta política fracasará siempre. Sólo ayudará a las clases dominantes a mantenerse en el poder.

En lugar de acercarse a las masas, campesinas, para movilizarlas con consignas claras para un cambio verdadero, los dirigentes de la pequeña burguesía rural y urbana no hicieron más que seguir la dirección de los representantes del latifundio de la ANR, del PLRA y de otros partidos de burgueses y capitalistas empotrados en el parlamento. La mayoría de los seguidores del gobierno de Lugo se dedicó a obtener las ventajas de participar del aparato del Estado para beneficio exclusivo de pequeñas organizaciones y de sus propias personas.

Naturalmente, no se podía esperar otra cosa del gobierno derrocado, burgués de tipo clerical, con el apoyo de la pequeña burguesía.

Sólo el proletariado, aliado con los campesinos, con los más pobres, los que han perdido sus tierras o que no las tienen, proletarios del campo, puede establecer una línea clara de lucha por la defensa de la soberanía nacional, por la libertad completa y por la tierra, con vistas a un levantamiento general del pueblo, que conduzca a una revolución democrática, agraria-campesina, de liberación nacional.

Los antecedentes del derrocamiento de Lugo (incruento por la extrema cobardía de la burguesía y pequeña-burguesía en el gobierno) hay que buscarlos en las causas descriptas, y no solamente en el carácter reaccionario de los parlamentarios, hecho aparente, pero bien conocido por todos.

El factor principal que unió a los sectores más reaccionarios y atrasados del Paraguay está en relación directa con las vacilaciones del gobierno de Lugo, su falta de apoyo en las grandes masas, la ausencia del esfuerzo de unir a las masas para comenzar los cambios necesarios para el país, en lugar de esto, en todo momento su objetivo fue atajar las luchas de masas -cualesquiera fueran- en la línea de la alta jerarquía de la Iglesia de “establecer el diálogo”, “la paz social”, etc. En este sentido el ex obispo, al comenzar su mandato en el año 2008, se hizo acreedor de la “lapicera del Vaticano”, con que le obsequió uno de los papas más reaccionarios de la historia.

Una de las características de la “alianza” entre los “parlamentarios” de las distintas bancadas y sectores de senadores y diputados fue la “disciplina” y el “secreto” establecidos entre ellos, a pesar de sus fuertes contradicciones de intereses. Esta disciplina se estableció sobre la base del miedo a las movilizaciones populares en ascenso y también por el miedo individual de muchos de los parlamentarios a las represalias físicas, amenazas y coerción, que pudo apreciarse en la forma con la que se manifestaron los dirigentes conspiradores más visibles, durante las sesiones; para aplastar de inmediato cualquier tentativa de independencia política. Expresiones como las de Rogelio Benítez (hijo del principal responsable del golpe de Estado de 1947), H. Estigarribia, C. Galaverna, Tuma (ex oviedista y manipulador) y otros, así como también el ambiente de congratulaciones y abrazos entre todos ellos, tras el “éxito” del derrocamiento de Lugo. Este “ambiente” de unidad falsa y rastrera, es una demostración clara de que este golpe de Estado se estaba preparando secretamente desde tiempo atrás, dirigido con toda alevosía por algunos de los convocados, con el apoyo de los capos militares más reaccionarios -en actividad y en la reserva- con espíritu de venganza por el triunfo de las fuerzas populares en las elecciones de 2008.

Un funcionario muy allegado al ex presidente Lugo, al parecer fue quién le propuso -como parte del plan golpista- la designación del ex fiscal del Estado Candia Amarilla como ministro del Interior, en completa anuencia con un sector de la ANR (de L. Samaniego). (Ver en ABC del 24 de junio, y Ultima Hora del 1° de Julio, las alusiones directas al secretario privado M. Rojas como uno de los conspiradores secretos). La designación del fiscal, personaje de cuentas, marcó el momento oportuno para “alinear” a los representantes de los partidos de latifundistas y burgueses sin distinción.

Este es un hecho que quedará profundamente grabado en la memoria del pueblo paraguayo, esta   experiencia  propia de las masas de todo el país, le indica quienes son los parlamentarios en realidad. Es la principal consecuencia, a la vez de la debilidad de las clases enemigas del progreso. Las grandes masas se encargarán de castigarlos en forma ejemplar.


La emboscada golpista

El golpe fue precedido por la emboscada que tendió la alta jerarquía policial, con pleno conocimiento  e impulsada por las fuerzas militares (cuya principal fuerza: la Caballería se aseinta justamente en Curuguaty), contra campesinos pobremente armados, para asesinarlos, a la vez que para crear sus propios “mártires” policiales caídos, sin importarles realmente nada más que sus propios intereses de cuerpo. Literalmente estos subordinados policiales fueron utilizados como “carne de cañón”.

No nos debe sorprender esta conducta sin principios de servidores incondicionales de las fuerzas más atrasadas del mundo, el sistema latifundista y la dominación norteamericana-brasilera.

Mercosur y Unasur

La solidaridad de los pueblos de otros países con el Paraguay, ante un hecho de ruptura de  la situación de derecho, del golpe de Estado que se produjo, es algo muy bueno en principio y significa que la opinión pública, empuja a sus gobiernos a ser más cautos. La ruptura del estado de derecho significa lisa y llanamente que cualquier situación de lucha legal puede ser arrasada con los votos de parlamentarios al servicio de las clases dominantes. Esto es rechazado por las grandes masas.

Los gobiernos vecinos actúan ahora tibiamente a favor de la “legalidad” burguesa, porque les hacen temblar los ejemplos de las luchas incontenibles de los pueblos de Egipto, Libia y Siria y otros de África y del Medio Oriente contra sus dirigentes, prepotentes y ladrones, quienes también se hacían llamar “nacionalistas” y “socialistas”, pero que en realidad se aliaban con los representantes de las clases sociales enfrentadas a sus pueblos.

El Paraguay no puede aceptar, en ningún caso, que algún tratado o cláusula regional pueda violar  los principios de la no intervención en los asuntos internos de nuestro  país, y del  derecho  a nuestra auto-determinación.

Las sanciones aplicadas al Paraguay no son contra el gobierno de facto de Federico Franco, son contra toda la nación paraguaya; constituyen una enorme ofensa a sus derechos como nación. Por otra parte la sanción que le ha sido impuesta, favorece plenamente a los tres países más grandes del Mercosur: Brasil, “por un tiempo”, no tendrá porqué escuchar reclamo alguno del “sancionado” Paraguay por la soberanía territorial sobre los Saltos del Guayrá, u otros reclamos en contra de las invasiones  de brasileros sobre suelo patrio;  al contrario, le permite más que antes, golpear al Paraguay -sin voz ni voto- favorece la invasión ordenada del Estado brasilero en virtud de la cláusula anti-nacional del tratado de Itaipú.

El Estado argentino, no tendrá que aceptar ningún reclamo sobre los derechos de libre navegabilidad de los ríos Paraguay y Paraná, así como los reclamos en contra de los elevados aranceles con los que el Estado argentino “quiere”, pero no puede,  aumentar sus exportaciones.

El Estado de Venezuela podrá ahora, reclamar en cualquier instancia internacional, el pago de la deuda por la compra de combustibles, otorgada en su momento como una “ayuda al Paraguay” del “H. Chávez, en la época del actual “cartista” Duarte Frutos,  y continuada luego por el gobierno de Lugo.

Las “sanciones”, como se ve, benefician  a los Estados que las han impuesto en nombre de la “legalidad”. Y tienden a facilitar una agresión armada contra el Paraguay de la nueva “entente”, para consumar  los objetivos políticos y económicos de la “Triple Alianza”, así como de sus nuevas alianzas estratégicas internacionales.

La verdadera razón de estas sanciones hay que buscarlas en el ascenso del movimiento campesino, en el temor a que se produzca un incendio revolucionario en el Paraguay, que haga peligrar la endeble “estabilidad” de los gobiernos de Brasil, Argentina, Bolivia y Uruguay, que reprimen a sus pueblos, en beneficio de las clases sociales que realmente dominan la producción de sus países, como lo ha hecho Lugo.

Son las grandes masas de obreros, campesinos y de todo el pueblo las que luchan para producir un levantamiento general, sólo éste impedirá para siempre los golpes de Estado, con los que se trató de atajar sus luchas.

Pedir la intervención de otros países en los asuntos del Paraguay o aceptarlas, como hacen en la actualidad Lugo y algunos de sus seguidores, es un acto imperdonable, que sólo traerá más calamidades a nuestro país.

El ex presidente Lugo, de acuerdo con su origen de clase, en lugar de denunciar al parlamento que lo derrocó, en lugar de denunciar a las fuerzas que impulsaron a este acto de tal brutalidad y magnitud, prefirió callarse y buscar sólo después el “apoyo” de la intervención extranjera. Es la misma línea del legionarismo, que pidió su ayuda y acompañó a Mitre en la sangrienta guerra nacional de 1864.

Conviene recordar la intervención militar del argentino Belgrano para imponer la inclusión por la fuerza al Paraguay en la Federación Argentina, (una continuación en nuevas formas  del Virreinato del Río de la Plata), con el pretexto del “carácter democrático” de esa Federación, (basada en el latifundio semi-feudal heredado de España) por su independencia de la debilitada corona española. Este acto de intervención militar fue rechazado  por la civilidad paraguaya a cuyo frente ya se hallaba el Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia, el más destacado luchador y defensor de la independencia del Paraguay. La guerra de 1864-70, por sus consecuencias intervencionistas, vino a confirmar la importancia de la línea de la independencia absoluta defendida por él.

El Partido Comunista Paraguayo (independiente) llama a todo el pueblo paraguayo  a la lucha, por a la defensa de las libertades democráticas. Al mismo tiempo que denunciar el golpe de Estado producido por los parlamentarios, apoyado por militares y policías, es necesario pasar a la lucha revolucionaria activa contra el gobierno de facto, contra la misma política económica fracasada, mantenida por el régimen militar antinacional de Stroessner. A la vez es necesaria una lucha franca, a largo plazo,  contra la intervención extranjera por el derecho del Paraguay a su autodeterminación. Esta posición de nuestro partido forma parte indisoluble de su teoría histórica. (Ver en Formación Histórica de la Nación Paraguaya  Oscar Creydt - 4ta Edición, pág. 125).

Las tareas del gran
Movimiento  patriótico

El carácter defensivo mencionado, asumido por la mayoría de los senadores y diputados, al derrocar al gobierno de Lugo fue para prepararse mejor para atajar las luchas de los campesinos y de otros sectores del pueblo. Este mismo esfuerzo colocó de inmediato al nuevo gobierno a actuar también en forma defensiva frente a los reclamos de las grandes masas. Con promesas  que no se pueden cumplir en diez  meses, luego de más de cien años de fracaso del actual sistema productivo. Comenzó también en forma defensiva frente a la opinión pública internacional.

Lejos de que las fuerzas más retardatarias salieran fortalecidas, se debilitaron desde el comienzo mismo de su “avance”.

En primer lugar, porque en la práctica las grandes masas no simpatizaron con el golpe de Estado y menos con el nuevo presidente, quién en todas las situaciones de crisis por las que pasó el gobierno derrocado, del cuál éste era su vice-presidente, estuvo en contra del campesinado y a favor de la sacrosanta  “propiedad privada” de los grandes estancieros y otros latifundistas.

En segundo lugar, el golpe de Estado, en la práctica beneficia por ahora, en lo fundamental, al PLRA, que es el producto de la posición defensiva del golpe.  

Los dirigentes de la ANR igual que los de los otros partidos de latifundistas y burgueses, como es natural, menosprecian la actividad propia de las masas, que es de tipo ofensivo, en el sentido de que la lucha por un sistema democrático agrario y anti-imperialista es históricamente inevitable. Los dirigentes de este partido como objetivo principal, sólo buscan ganar las elecciones de 2013, sobre la base del descrédito en que caerá el gobierno golpista de Federico Franco, por las condiciones objetivas del atraso en el desarrollo del Paraguay. Los dirigentes de los otros partidos de latifundistas y burgueses UNACE, PPQ y PLRA después del golpe conjunto, siguen la misma línea electoralista para apropiarse de cargos en el aparato del Estado.

Por estos motivos las contradicciones entre las clases y sectores irán en aumento en los próximos meses.

De esta situación real surge que la tarea principal de todos los demócratas: obreros, campesinos, estudiantes y pueblo en general, de todos los partidos y movimientos, es organizarse en todas partes, en todos los departamentos, ciudades, pueblos y compañías en un poderoso movimiento, muy amplio, un gran frente nacional, que luche por la defensa de la soberanía nacional y por la defensa de las libertades democráticas. Sin dejar de lado la participación en las elecciones, con los candidatos más interesados en aplicar el programa de salvación nacional. Las elecciones deben ser aprovechadas para explicar a las masas el carácter del gobierno actual y orientarlas a la toma del poder.

Este frente deberá ir mucho más adelante que el electoralismo al que se dejaron llevar las organizaciones que apoyaron al gobierno derrocado de Lugo, quienes no supieron interpretar la gran victoria popular del año 2008.

Es necesario que las grandes masas de obreros, campesinos y de todo el pueblo aprovechen el trabajo anterior a las elecciones y luego de estas, para organizarse cada vez más en comités para la defensa de la patria, en todas las formas posibles. Aquellos candidatos de este amplísimo frente que logren ocupar lugares en la cámara de diputados y de senadores deben ser impulsados con fuerza a utilizar sus luga-
res, para denunciar los atropellos del poder del Estado contra las masas,  apoyarlas en sus reclamos y orientarlas hacia la revolución. Su conducta debe ser muy diferente a la que asumieron los pocos diputados y senadores que ganaron sus puestos con el gran movimiento que llevó a Lugo al poder. Estos diputados y senadores traicionaron  a su pueblo, se dedicaron a maniobras parlamentarias, a la presentación de “proyectos” estériles y para acomodarse personalmente. En lugar de utilizar el parlamento como tribuna para ayudar al pueblo  a hacer su propia experiencia con vistas a la lucha por la conquista efectiva del poder.

La experiencia sufrida con el golpe de Estado “parlamentario”, enseña que es necesario organizarse en todas partes para la lucha unida por la tierra, por su nacionalización, por los reclamos inmediatos de los obreros, campesinos y de otros sectores del pueblo, a la vez que vincular estas luchas cada vez más contra la dominación extranjera, y en especial por la anulación del tratado anti-nacional de Itaipú.

Lo más importante en la actualidad es que el movimiento campesino, a pesar de todas las promesas y traiciones que ha sufrido, continua creciendo con sus históricas y valientes luchas, comenzadas mucho antes de la época de Stroessner, estas sembraron el camino y lo fortalecen cada vez más.

No hay fuerza o fuerzas capaces de detener este movimiento destinado a poner las tierras en manos de la mayoría de la nación, y que tiende a incorporar al Paraguay al ancho camino del desarrollo directo, del aumento de la producción, para salir de la miseria y del hambre.

El sistema de producción basado en el gran latifundio ha fracasado y  será necesariamente destruído por las luchas de masas. Lo mismo que la dominación extranjera norteamericana-brasilera basada en el tratado antinacional de Itaipú.

¡Gloria eterna todos los hombres y mujeres caídos en esta lucha sin tregua contra el atraso!

¡Gloria eterna a los campesinos de Curuguaty que mostraron la decisión
para defender los derechos de los campesinos con sus propias vidas!

martes, 28 de febrero de 2012

¿Es importante el Protocolo Ushuaia II
que se intenta imponer en el Mercosur ?

En la medida en que es una continuación de la antigua política de intervenir en los asuntos internos de los países, de la falta de respeto al derecho de separación de los pueblos, esta es la continuación de la política del gran garrote, implantada por Teodoro Roosevelt de Estados Unidos en el siglo pasado, que permitió las más aberrantes intervenciones e invasiones a países independientes para ejercer la política neocolonial, imperialista de esta potencia capitalista.
                ¿En qué consisten los cambios que se han producido en Argentina, Brasil, Uruguay, también en Bolivia, Venezuela y Ecuador?
                La respuesta por sí demostrará que la intervención en los asuntos internos de otros países latinoamericanos es arbitraria, por lo tanto sólo util a determinadas clases dominantes, a intereses económicos regionales y a supremacías hegemónicas.
                               En base  a las experiencias propias de los pueblos latinoamericanos y bajo la presión de los reclamos de los obreros, campesinos y de otros sectores, la burguesía de estos países, y, en especial la pequeña burguesía, se ha visto estimulada a conformar ciertas alianzas que les ha permitido el acceso al gobierno por medio de elecciones, participar del parlamento y exponer públicamente algunos de los problemas que aquejan a las naciones, así como también la crítica a los regímenes militares. En este proceso, se han podido organizar asociaciones y aflorado cierto espíritu unitario para desarrollar luchas por los reclamos más sentidos, en especial del campesinado y de la clase obrera de nuestro país, para salir del hambre y la desocupación. Esto es lo positivo que sucede en los países mencionados y en el nuestro también.
                La debilidad creciente del imperialismo, envuelto en una crisis económica sin precedentes de todo el sistema, desde Estados Unidos y Rusia hasta otros países europeos y asiáticos, ha estado en la base de este poderoso mo- vimiento espontáneo  de las grandes masas.
                La característica principal de estos movimientos es que sólo se han centrado en lograr ciertos cambios en el aparato del Estado, a los que llaman “Reforma del Estado” (La mayoría con apoyo de organizaciones internacionales dominadas por el imperialismo), pero que no tienen su complemento en un cambio de la estructura económico-social de los países. Son sólo cambios en la “superestructura” es decir, en la superficie del sistema de producción. Las clases dominantes, en especial los grandes terratenientes, siguen siendo los dueños de la tierra en gran escala (de la mayor parte), ejercen su poder aliados con el capital extranjero, sobre la mayor parte de la producción de los países. En especial en la Argentina, Brasil, Uruguay y en el nuestro.
                La dominación imperialista, o sea la de los grandes monopolios financieros (Bancos internacionales, empresas gigantescas) continua su dominación gracias a la existencia del latifundio, sobre el cual se asienta el poder de los grandes terratenientes.
                El fenómeno del surgimiento de gobiernos más democráticos dirigidos por fuerzas burguesas y pequeñoburguesas, vino acompañado a la vez por el fortalecimiento de las clases dominantes de terratenientes y burgueses imperialistas. Esto se debe sobre todo al hecho de que las luchas de masas fueron atajadas sistemáticamente, casi por completo, y desviadas hacia objetivos menores, traducidos en la “Reforma del Estado”. sólo se promueven algunas reformas, sin que se plantee destruir por completo la gran propiedad latifundista, ni la dominación extranjera que se apoya en ella.
                También dió lugar a la penetración de nuevos imperialismos, como el ruso, chino, etc. del tipo capitalista estatal, que se presentan como “mejores” y hasta como “socialistas”, pero que tienen sin embargo sus propios objetivos de dominación, contrapuestos a los del imperialismo de origen privado. Esto sucede en nuestro país así como también en Venezuela, Argentina, Uruguay, Ecuador y Bolivia.
                Las grandes masas deben contentarse con ser observadoras de las decisiones de sectores de la burguesía, de la pequeña burguesía y del ejército que se sienten beneficiados con los “cambios” superficiales.
                La situación del Paraguay se ha visto especialmente agravada, porque al desviarse la atención de las masas de la dominación brasilera-norteamericana, ésta es ejercida con toda impunidad a través del tratado antinacional de Itaipú y también del de Yacyreta. Por otra parte se utilizó la política de oscurecer la expoliación a que es sometido nuestro país,                aprovechando la situación de gobiernos que se dicen “socialistas” (D. Rouseff) o “progresistas” (C. Kirchner), pero que están también dominados por burguesías latifundistas e industriales, profundamente dependientes de la dominación de los monopolios imperialistas norteamericanos y europeos.                
                Acerca de cuáles son las clases dominantes en los países que componen el Mercosur y otros vecinos, es algo completamente claro; son la clase de los grandes terratenientes y sus socios imperialistas, norteamericanos, rusos o europeos y asiáticos. La base de su dominación está en la alianza con los poseedores de inmensas propiedades latifundistas, el resto principal del sistema feudal. Esta situación no ha cambiado. Por ahora, se ha agravado, estas clases retrógradas (atrasadas) se han fortalecido, por lo tanto los procesos que se dan en los países latinoamericanos y en el nuestro en particular, aunque tienen objetivos de progreso,de desarrolo democrático-burgués, en la práctica su dirección es en contra de la revolución democrática de liberación nacional; alargan innecesariamente el proceso de cambios revolucionarios.
                Quién puede negar que el pueblo paraguayo ha obtenido libertades democráticas que no existieron en el pasado; estas conquistas son el fruto de que el sistema de producción semi-feudal y semi-colonial está en decadencia, que ya no puede sostenerse igual que antes (con la represión solamente) que la dominación extranjera encuentra cada vez más dificultades para seguir saqueando a la nación.
            Es la fuerza que surge de estas debilidades de las clases dominantes la que alimenta al pueblo paraguayo a conquistar más derechos, a procurar la destrucción de la dominación de los grandes terratenientes, por sus propios medios, en base a su propia experiencia, por sí solo. No necesita de “protocolos” para proteger sus libertades. La aplicación de medidas de un “protocolo” como el de “Ushuaia II” lo perjudicaría más en el caso de que se produjese un golpe de Estado de orientación fascista (Los golpes de Estado casi siempre comienzan con esta orientación, la intervención de las masas muchas veces ha logrado transformarlos en movimientos progresistas, en especial cuando interviene el proletariado).
                Ninguna fuerza extranjera puede impedir que se produzcan golpes de Estado en el Paraguay, (más bien intentarían promoverlos, como siempre ha sido), porque las clases sociales que pueden impulsar estos golpes de Estado, así como componendas reaccionarias, están presentes en la actualidad y tienen el verdadero poder.
                Sí puede producirse un levantamiento general del pueblo, una guerra civil, una guerra popular revolucionaria prolongada. Es esa posibilidad la que temen las fuerzas de la burguesía acompañada por la pequeña burguesía del Brasil, Argentina y Uruguay, temen que la “estabilidad” que han logrado (Posiciones en el gobierno y en el Estado para beneficio propio) se “desestabilice” con una conmoción interna, que plantee por ejemplo la lucha por los legítimos derechos del Paraguay: la navegación libre de los ríos Paraná y Paraguay hasta el mar, la utilización igualitaria de la potencia hidroeléctrica de estos ríos (En Itaipú, Yacyreta y otros puntos).
                No es casual que el Protocolo Ushuaia II haya surgido en el momento preciso en que nuestro país busca ejercer sus derechos con más fuerza, en que las contradicciones de la libre navegabilidad, los reclamos sobre Itaipú y Yacyretá han cobrado más interés en toda la nación. Pero esto es sólo el comienzo, en el caso de que se produjera una intervención extranjera el pueblo paraguayo librará una guerra prolongada tan dura como la que encabezó el defensor de la patria en 1864 hasta 1870.
                La crisis política que se desarrolla en el Paraguay desde que asumió Lugo, es el producto del fracaso de la política de este gobierno para solucionar los grandes problemas económicos de la nación, que no se dirige con energía y decididamente contra la gran propiedad la tifundista y la dominación extranjera. Es un gobierno de carácter burgués y pequeño burgués, que no puede ni quiere impulsar al pueblo hacia este camino histórico; el gobierno como representante directo de estas clases, tiene miedo de que lo saquen del gobierno por el medio que sea, por eso busca alianzas hasta con los peores elementos de la oligarquía latifundista y militar. Esta es la razón por la que en lugar de impulsar al pueblo a la lucha trata de atajarlo, desviarlo, pacta con el sub imperialismo brasilero y con el gobierno argentino, con el sólo fin de obtener un poco más de recursos para calmar a la gente.
                Es para “defender” esta posición temerosa y fracasada de la burguesía del Paraguay (como el de todas las burguesías del mundo) que se establece el Protocolo de Ushuaia II. Es un protocolo de “defensa” de la clase que prefiere la intervención extranjera de sus países antes que movilizar a sus pueblos a la lucha por la defensa de la soberanía nacional y por la libertad. El pueblo paraguayo debe de estar alerta para rechazar éste y otros intentos de intervención extranjera, que puedan producirse ahora o en el futuro, impulsados por fuerzas políticas diferentes, pero con igual motivo.
                Vale hacer algunas preguntas más: ¿A quién beneficiaría una intervención económica, militar y política en el Paraguay, o en cualquier otro país del Mercosur?
                La respuesta es: a las clases que tienen el poder y que gobiernan en la actualidad, fuera de toda duda.
                ¿Una intervención como la que plantea el Protocolo... se dirigiría contra el latifundio, contra la dominación del capital extranjero? No. El pueblo paraguayo es el único que puede lograr estos objetivos por medio de una lucha larga y difícil. Una intervención sólo serviría para atajar sus luchas. Estos son los aspectosmás importantes de nuestra línea proletaria revolucionaria.

      Partido Comunista Paraguayo
                 (independiente)


  
  


Desarrollo independiente
O
dominación extranjera con los grandes terratenientes    (Febrero de 2012)


Este  es el título de  la publicación  que nuestra editorial ADELANTE acaba de entregar para su difusión en librerías de Asunción.
                El sentido de la misma es el de ofrecer al lector elementos nuevos que tienen relación con la economía nacional y su repecusión en la conciencia del pueblo, en especial de la clase obrera y del campesinado.
                En la primera parte se analiza el problema de la dominación extranjera, en especial del capitalismo imperialista de Estados Unidos y el de su principal ayudante en América del Sur, el Estado del Brasil, y el papel que éste cumple a través del tratado antinacional de Itaipú.  
                Se analizan en forma crítica los informes del Banco Central sobre las inversiones extranjeras directas y las consecuencias catastróficas de estas, en el marco específico de su alianza con los grandes terratenientes. Se hace una crítica franca, especialmente al papel que cumplen organizaciones sociales, políticas y personas, que velan (ocultan) la dominación norteamericana-brasilera y el papel del latifundio.
                 En la segunda parte se analizan aspectos de la producción nacional, sobre la base de  los censos agropecuarios de 1991 y 2008, los que a pesar de sus falencias, son una fuente importante para entender la verdadera situación en el campo.   Se concluye que el “desarrollo” capitalista que existe sólo beneficia a la clase de los grandes latifundistas y al capital extranjero aliado con ella. Le ayuda a mantener su dominación una pequeñísima minoría de explotaciones rurales, que también se beneficia a su sombra.           La gran mayoría de campesinos y de obreros son expulsados sistemáticamente de sus tierras en la que han vivido sus antepasados durante siglos.
                Se publican los importantes artículos de Oscar Creydt: Paraguay 1981 y de Lenin (el gran revolucionario ruso): Marxismo y Revisionismo. En el primero, se dan los argumentos que hechan por tierra las mentiras del supuesto desarrollo stronista y de sus seguidores, así como el papel de agentes del imperialismo brasilero a través del tratado antinacional de Itaipu. En el segundo se demuestra que la lucha contra el imperialismo es imposible sin dar batalla al mismo tiempo, en forma enérgica y permanente contra el oportunismo; ideología que proviene de la burguesía, y de la pequeña burguesía, temerosas de que la hegemonía popular por sí misma se haga cargo de la gran tarea de liberar a a las masas de obreros y campesinos, de la esclavitud de la dominación extranjera y del latifundio semifeudal, fuerzas que deben aún ser derrotadas y destruídas

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El gran movimiento campesino
tiene la iniciativa revolucionaria en la lucha por la tierra

La lucha del movimiento campesino es muy antigua, se amplía y  mantiene a pesar de las grandes dificultades que le opone la dominación de los grandes terratenientes. Su objetivo final es terminar con el sistema de producción basado en los grandes latifundios, y la opresión de estos sobre toda la masa campesina.  Es el desarrollo capitalista en el campo, sin trabas de ninguna especie, es liberar la principal fuerza productiva del Paraguay.

El movimiento campesino ha cobrado una fuerza tan grande que da lugar a la alarma generalizada y desesperada de organizaciones de grandes terratenientes, como la ARP, UGP, CAP, etc, y de sus representantes políticos e ideológicos. Estos sienten el temor a que estalle una revolución, que termine con su dominación en el campo, con la usura, la renta de la tierra el acaparamiento y otras lacras del sistema semi feudal que existe.

Esta alarma y preocupación de los grandes terratenientes y de muchos dirigentes de los partidos políticos que los representan, no es casual, ya que perciben el objetivo final de las movilizaciones: el gran reclamo por la nacionalización de las tierras. Mediante la que estarán disponibles para su libre reparto más de veinticinco millones de hectáreas, que son necesarias para desarrollar la producción en forma inmediata y pujante. En la actualidad estas tierras son grandes latifundios, en su mayoría se arriendan (alquilan) a capitales extranjeros, producen una renta absoluta para los terratenientes cuando se arriendan a campesinos, y algo menor cuando los arrendatarios son grandes compañías, en su mayoría norteamericanas, brasileras y argentinas.

La campesinos necesitan trabajar y desarrollarse sobre la base de relaciones capitalistas de producción, esto sólo puede hacerse con tierras suficientes, que ahora están acaparadas casi completamente por el latifundio.

Se le acusa al campesinado de seguir instrucciones externas, ya sea de los comunistas, como de otras organizaciones políticas que siguen la línea de los que son llamados del “Socialismo del siglo XXI”. Sin embargo, el amplio movimiento campesino, con independencia de las vinculaciones que tiene con diversas organizaciones políticas y gremiales, sólo surge de la necesidad impostergable de salir del atraso y la miseria a que les condena la doble tenaza de la dominación extranjera aliada con los grandes terratenientes.

El desarrollo capitalista libre en el campo, como el que se produjo en Estados Unidos con los granjeros (farmers) antes de que este país se convirtiera en una potencia monopolista, imperialista, es una ley de aplicación universal, no es un capricho, ni el producto de una ideología determinada, como quieren  hacer creer las clases dominantes.

Es cierto, los comunistas paraguayos apoyamos en toda su profundidad los reclamos del      movimiento campesino y también sus acciones, tal como hoy se producen, en toda la extensión del país, porque su objetivo es traer el desarrollo completo y más acelerado del Paraguay.

La fuerza inacabable del campesinado proviene de la contradicción que existe en la tenencia de la tierra.

Los datos del Censo   Agropecuario Nacional(CAN) del año 2008, aunque que no son analizados, muestran que la composición de los propietarios y de sus superficies de explotación se componen de la siguiente manera:
1.- 184.221 campesinos, con propiedades de 1 a 10 hectáreas (has.) tienen 1.295.095 has. lo que hace un promedio de 7 has. por propietario. La mayoría, son pequeñas propiedades entre 1 y 5 has, insuficientes para producir y competir en el mercado. (Muchos más no tienen tierras y se ven obligados a alquilarlas de terratenientes, en condiciones muy desventajosas, pero  este análisis no aparece en el Censo).

2.- 80.600 campesinos con propiedades entre 10 has. y 20 has. tienen 1.305.367, cada propietario con un promedio de 16 has. Esta capa de campesinos ha sido la más expropiada en los últimos años. Sus tierras pasaron a manos de brasileros en su mayoría, según el Censo. (Más de 20.000 campesinos perdieron sus chacras).

3.- 40.229 propietarios (Entre 50 y 500 has.) poseen 2.759.349, el promedio es de 69 has. por propietario. Esta minoría  de campesinos muy ricos, acomodados, en general están asociados con grandes terratenientes y con cooperativas poderosas.

4.- 7.464 grandes latifundistas (de 1.000 has. a más de 20.000 has.) tienen una superficie de 26.367.463 has. El promedio es de más de 3.500 has. por  terrateniente. Una minoría de propietarios posee la mayoría de las tierras más aptas para la producción agropecuaria.

¿De dónde saldrán entonces las tierras que se necesitan para que los campesinos dispongan libremente de lotes de 30 hectáreas, cantidad mínima necesaria para explotaciones capitalistas que puedan sostenerse y competir?

La mayor parte de las tierras fiscales ya han sido acaparadas por militares y sus testaferros durante la época del régimen militar de Stoessner.

Los grandes latifundistas nacionales y extranjeros se han apoderado de la mayoría de las mejores tierras disponibles, desde 1870 en adelante.

Los datos indicados demuestran con claridad que las tierras para el desarrollo capitalista intensivo de la producción agropecuaria, sólo pueden salir de los grandes latifundios. No hay más tierras disponibles que estas. Está es la base de la contradicción que impulsa al campesinado a la lucha revolucionaria constante.

Los grandes terratenientes capitalistas dicen que para una “reforma agraria”, el Estado debe comprarles algunas de sus tierras, para ser vendidas a los campesinos, naturalmente  “a precios de mercado”, es decir, carísimas. Con razón los campesinos dicen que las tierras no son de los latifundistas, sino de la nación.

Los grandes terratenientes y sus representantes políticos plantean esta solución, y, aunque se vinculan también con la producción capitalista, quieren que ésta se mantenga bajo su dominación, de tal manera que los campesinos se empobrecerán cada día más y se convertiran sólo en sirvientes de los grandes terratenientes durante cien o más años de sufrimientos y miseria.

Otros dicen que el reparto de propiedades agrícolas debe salir de las “tierras malhabidas”. Otros, que hay que sacárselas a los ocupantes brasileros.

Quienes plantean estas soluciones, aparte de ser muy parciales, y aunque también están interesados en el desarrollo capitalista, y apoyan en cierta medida al gran movimiento campesino, no dicen que hay que destruir la propiedad latifundista primero, esconden que el problema de la pobreza y del atraso provengan de este tipo feudal de propiedad. Con esta línea se preservará el latifundio y se producirá un lentísimo desarrollo capitalista, sólo conveniente a los grandes terratenientes.

Un movimiento de campesinos del Brasil plantea abiertamente que “en sus consignas ya no figura la lucha contra el latifundio porque su movimiento se orienta directamente hacia el socialismo”. Como se ve esta es una posición que favorece también sólo a los grandes terratenientes. Nuestros campesinos mucho más revolucionarios, hacen exactamente lo contrario, reclamando en forma precisa los latifundios brasileros.

Partidos que se presentan como marxistas y socialistas no le dan importancia al movimiento campesino, consideran que no es un movimiento que “se oriente hacia el socialismo”. No entienden que la ciencia económica demuestra claramente que el Paraguay debe pasar inevitablemente por un período capitalista para que sus fuerzas productivas se desarrollen en forma consecuente. El movimiento campesino con sus reclamos por la tierra es la fuerza principal que empuja hacia este desarrollo.

La reciente declaración de un conocido dirigente oportunista, que se presenta como “comunista”, (de un falso “PCP” que usurpa nuestro nombre) ha dicho “que el movimiento campesino está manejado por intereses personales de algunos dirigentes”. Esta declaración vacía es reaccionaria. La posición del PCP (independiente) es de apoyo irrestricto a todas las luchas del movimiento campesino, cometan o no errores.  Porque el sentido de las mismas va en contra del sistema latifundista, conducen sin falta hacia la nacionalización de la tierra, hacia el fin del sistema feudal de producción. Ignorar esto es un acto de apoyo a los grandes terratenientes, aunque se repita que se está en contra de ellos...

Los campesinos, en forma audaz, en base a su propia experiencia, comprenden cada vez más que las tierras para desarrollar la producción deben salir de los grandes latifundios, que sólo podrá haber desarrollo si se destruye por completo la dominación de los grandes terratenientes, sean estos paraguayos, brasileros o argentinos. Se aproximan cada vez más hacia un levantamiento general, que reclamará la nacionalización de la tierra, que barrerá con el modo de producción instalado después de la Guerra nacional de 1864-70,

La gran movilización actual de más de diez mil campesinos en la región de los departamentos de Alto Paraná, Canindeyú e Itapua; así como también de otros millares en casi todas partes del país, tiene algunas características nuevas: en primer lugar, han juntado la lucha por la tierra con la defensa de la soberanía nacional; aunque no han relacionado todavía con la dominación brasilera en Itaipú, es un hecho de gran relevancia que muestra la decisión y el carácter político independiente de este movimiento. Desde el aparato del Estado se ha hecho un especial esfuerzo para desviar la atención del campesinado de la lucha contra la dominación brasilera, por la anulación del tratado de Itaipú,  esta  batalla sagrada es la única forma de conquistar la libertad completa para llegar a la destrucción del sistema feudal. En segundo lugar, cuando reclaman y ocupan tierras, se afincan y plantan en ellas de inmediato, con lo que demuestran que no están solamente para talar bosques en forma indiscriminada, sino para empezar la producción. En tercer lugar, utilizan diversas formas de lucha ya conocidas por ellos, desde la autodefensa contra los secuaces de los terratenientes y muchas veces de la policía y del ejército, al reclamo judicial, la mensura, etc. En tercer lugar, se muestran dispuestos a “dialogar” cuando la situación se pone más difícil, En cuarto lugar, por su persistencia y valor unitario, están logrando la simpatía de otras clases sociales, en especial del movimiento obrero. En quinto lugar, las vacilaciones de los partidos de capitalistas y burgueses, la mayoría en contra del movimiento campesino, han saltado a la vista durante estas movilizaciones, hay un apoyo de ciertos sectores, pero a la vez un gran miedo a que las masas pasen a la lucha independiente. A pesar de que el desarrollo capitalista les interesa, no quieren que este siga un camino de desarrollo intenso y más rápido, por eso calumnian y disminuyen la importacia del movimiento campesino.Como dice el antiguo dicho popular: “por último, aunque no por eso lo menos importante”, los campesinos reclaman ahora una extensa zona territorial de más de 160.000 hectáreas, este es un hecho de una audacia formidable de nuestro pueblo. Se orienta decidídamente a la nacionalización de las tierras.

La lucha por la recuperación de campos comunales forma parte de la avanzada del campesinado, estos existen desde la época del Dr. Francia, fue una de las conquistas más importantes de la revolución de independencia que expresaba con claridad el concepto de “ tierra libre”.  

En base a todos estos hechos las masas campesinas se preparan para nuevas, más decididas y amplias acciones. Tendrán siempre todo nuestro apoyo.

 En el libro El programa agrario de la socialdemocracia en la primera revolución rusa de 1905) Lenin dice : La clave de la lucha son los latifundios feudales, como la encarnación fehaciente (verdadera) y el más sólido apoyo de los restos del feudalismo en Rusia. El desarrollo de la economía mercantil y del capitalismo pone fin de un modo absolutamente inevitable a estas supervivencias. En este sentido, ante Rusia sólo se abre un camino: el del desarrollo burgués (capitalista). Pero las formas de este desarrollo pueden ser dos. Los restos del feudalismo pueden desaparecer tanto mediante la transformación de las haciendas de los terratenientes, como mediante la destrucción de los latifundios de los terratenientes, (la primera forma puede ser que los latifundios)  paulatinamente se tornen cada vez más burgueses, que paulatinamente sustituyan los métodos feudales de explotación por los métodos burgueses, y (la segunda forma)  puede verificarse también teniendo al frente las pequeñas haciendas campesinas, que por vía revolucionaria extirpen del organismo social la “excrecencia” de los latifundios feudales y se desarrollen después libremente sin   ellos, por el camino de las granjas capitalistas.

¡Adelante campesinos
paraguayos hacia un
levantamiento general!

¡Hacia la destrucción completa de los latifundios feudales!